Empresas y personas en un mundo de “likes”
Cristián Saieh Mena Director Centro Negociación UC
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Cristián Saieh
En estos días informaron los medios sobre la red social “El Nido”, que entregaba profusos datos de mujeres entre 13 y 26 años, con fotos eróticas, muchas de ellas adulteradas y no consentidas, con conversaciones -“posteos”- que hablaban de drogas, acosos sexuales, y con gran cantidad de información personal de las víctimas. La gravedad del asunto ameritó que el Ministerio Público comienzara la investigación por los delitos asociados.
Este caso nos lleva a considerar minuciosamente, tanto a empresas como personas, lo que hay detrás de un “like” o publicación en redes sociales. A las empresas, porque a través de la tecnología, la inteligencia artificial y las redes sociales han encontrado nuevos canales de publicidad, venta y distribución, y porque la economía de la cooperación hace furor entre millones de personas. Y a éstas, porque están más interesadas en la foto que se sacarán para subirla a una red social, que de vivir y compartir con los que están a su lado la experiencia real.
Así, muchos no miden las consecuencias de la interacción que generan estos medios sociales, ya que están más preocupados de captar la atención de muchos de sus “seguidores”. En efecto, una parte relevante de nuestro relacionamiento en comunidad se ha transformado en “posts”, “likes”, “seguidores” y whatsapps; sintomático al respecto es que la Real Academia de la Lengua ha aceptado los términos “Guglear” y “Wasapear”. Los peligros y consecuencias ya eran anunciados por Mark Zuckerberg, cabeza de Instagram, Facebook y WhatsApp, quien, probablemente sin querer, nos entregaba una alarma en 2017 al señalar en la Cumbre de Comunidades que la vida en comunidad se encontraba desintegrada y que sus redes de inteligencia artificial serían capaces de reconstruir estos lazos, cambiando los paradigmas de la comunicación, la información y la forma en que vivimos nuestras experiencias.
Y así ha sido con sus ventajas y riesgos. Para entender qué hay detrás de esta forma de comunicarnos y sus peligros, a lo menos tenemos que tener claridad sobre los siguientes aspectos.
El primero es la espontaneidad, ya que estas herramientas son de carácter directo, es decir, una vez enviado el mensaje no hay vuelta atrás; la segunda es tener conciencia del respaldo, ya que casi todas estas comunicaciones pasan a ser de dominio público por las múltiples “puntas” que generan, por lo que es clave considerar que la información enviada será almacenada, con el peligro de las alteraciones de ésta, produciendo una prueba irrefutable o difícil de contrastar. Por último, la relevancia que conlleva el mensaje, porque algunas personas prestan menor o mucha importancia a estas formas de comunicación, ya sea por estrategia o descuido, lo que puede generar incomprensiones del emisor o receptor del mensaje y el peligro de ser adulterado o mal interpretado.
A pesar de que ninguna red social o medio electrónico reemplaza la calidad de la comunicación directa, el desafío de la comunicación digital para empresas y personas es ineludible, y sus resultados, positivos para algunos y devastadores para otros.